Hemos estado hablando en la escuela dominacal sobre nuestra futura resurrección, aquí les comparto un fracmento del teologo AA HODGE que enconte util para alimentar nuestra esperanza:
"Es necesario fijar límites a la idea que podamos tener respecto a la existencia futura de los santos. Esto deberá hacerse distinguiendo entre los elementos de la naturaleza del hombre y de sus relaciones con Dios y con otros hombres, que son esenciales y no sujetos a cambio, y aquellos que han de ser cambiados para perfección de su naturaleza y de sus relaciones.
Para empezar, he aquí lo que debe ser cambiado:
Quitar todo pecado y sus consecuencias
Los «cuerpos espirituales» deben tomar el lugar de nuestros cuerpos de carne y hueso
El nuevo cielo y la nueva tierra deben tomar el lugar del presente cielo y tierra como escenario de la vida humana
Las leyes orgánicas de la sociedad deberán sufrir cambio radical, ya que en el cielo no habrá matrimonios sino un orden social análogo al de los ángeles de Dios.
En segundo lugar, los siguientes elementos son esenciales y por lo tanto inalterables:
El hombre continuará existiendo para siempre como un compendio de dos naturalezas, espiritual y material.
El hombre es esencialmente intelectual y tendrá que existir a base de conocimiento.
Es esencialmente activo y deberá tener trabajo que hacer.
Como criatura finita, el hombre [aquí en la tierra] puede conocer a Dios sólo por mediación, esto es, por las obras de su creación y providencia, la experiencia de su gracia en nuestros corazones, y a través de su Hijo encarnado, quien es la imagen de su persona, y la plenitud de la Deidad corporalmente. Por lo tanto, en el cielo Dios continuará enseñando al hombre mediante sus obras, obrando en él motivando su voluntad por la vía de la mente.
La memoria del hombre jamás perderá la más mínima impresión, y será parte de la perfección del estado celestial con cada experiencia del pasado dentro del perfecto control de la voluntad.
El hombre es esencialmente un ser social. Esto, puesto en relación con el punto anterior, lleva a la conclusión de que las relaciones, así como la experiencia de nuestra vida terrenal, mantendrán todas sus consecuencias naturales en el nuevo modo de existencia, excepto en cuanto deban ser modificadas (no perdidas) por el cambio habido.
La vida del hombre es esencialmente un eterno progreso hacia la infinita perfección. Todas las analogías que se conocen de las obras de Dios en la creación, en su providencia en el mundo material y en el moral, y en su dispensación de gracia (1 Co 12.5–28), indican que los santos en el cielo se diferenciarán entre sí tanto en lo tocante a sus cualidades y capacidades inherentes como en lo relativo a rango y oficio. Estas diferencias serán sin duda determinadas:
Por diferencias constitucionales de la capacidad natural
Por premios de gracia en el cielo proporcionales a la índole y grado de los frutos de gracia del individuo en la tierra
Por la absoluta soberanía del Creador (Mateo 26.27; Romanos 2.6; 1 Corintios12.4–28)"
A.A. Hodge, Outlines of Theology, Zondervan, p. 579 Thompson, L. (2003). La persona que soy (pp. 209–211). Miami, Florida, EE. UU. de A.: Editorial Unilit.