¿Sacrificio o Cena? Redescubriendo la Santa Cena con Westminster (y un ratón incómodo)
- Andres Espinoza
- 23 may
- 3 Min. de lectura

En la rica historia de la iglesia, pocas doctrinas han generado tanta confusión, veneración indebida y debates como la de la Cena del Señor. Pero la Confesión de Fe de Westminster, con precisión bíblica y claridad pastoral, nos ofrece un mapa confiable para entender qué es —y qué no es— este sacramento.
En una exposición clara y profunda, el Dr. Chad Van Dixhoorn nos guía por el capítulo 29 de la Confesión, mostrándonos la belleza de una cena en la que no ofrecemos a Cristo nuevamente, sino que somos alimentados espiritualmente por Él.
Y en medio de este recorrido… aparece un ratón.
1. ¿Un nuevo sacrificio o una cena de conmemoración?
La Cena del Señor no es una repetición del Calvario. Como afirma Hebreos 10:12, Cristo ofreció un solo sacrificio por los pecados para siempre. Por tanto, cualquier lenguaje o práctica que sugiera que en la Cena “Cristo es ofrecido” —como en la misa papal— no solo es un error, sino, en palabras de la Confesión, “una injuria abominable al único sacrificio de Cristo.”
En lugar de altar, tenemos mesa. En vez de un sacrificador, tenemos un ministro que parte el pan. Es una cena de conmemoración, una ofrenda de alabanza, no un nuevo acto expiatorio.
2. Pan y vino: separados para un uso santo, no transubstanciados
Aquí entra en escena la historia del ratón. Durante el periodo medieval, cuando la doctrina de la transubstanciación empezó a formalizarse, algunos teólogos debatieron seriamente sobre qué ocurriría si un ratón se comía una miga consagrada.
La pregunta no era una broma: si el pan se ha convertido literalmente en el cuerpo de Cristo, ¿ha comulgado el ratón? ¿Ha profanado algo sagrado?
Este ejemplo, aunque suene pintoresco, deja en evidencia el problema de una doctrina que tropieza con lo más básico: el sentido común, la realidad observable y, sobre todo, la Escritura. Los reformados confesamos que los elementos siguen siendo pan y vino, aunque estén apartados para un uso santo. El milagro no ocurre en la materia, sino en la comunión espiritual.
Así que, no, no es blasfemo devolver el vino a su botella ni llevarse el pan sobrante para una ensalada. Y si el ratón se asoma al final del servicio, no hay herejía si encuentra una miga. Lo grave sería pensar que Cristo está físicamente presente allí, en lo que aún son, sustancialmente, trigo y uva.
3. Cristo está presente: no físicamente, sino espiritualmente
Uno de los mayores aportes de la tradición reformada es el equilibrio entre el simbolismo y la realidad espiritual. La Cena no es una simple memoria vacía, pero tampoco una encarnación repetida.
Cristo está presente, pero por su Espíritu y para la fe. Así lo enseñó Calvino, así lo afirma Westminster, y así lo vive la iglesia reformada cada domingo cuando, al comer el pan y beber el vino, participa en comunión con el Cristo crucificado y resucitado.
Negar esto lleva a superstición; exagerarlo, a idolatría.
4. ¿Quién puede participar? ¿Y cuándo?
La Santa Cena es para los creyentes que han sido bautizados y forman parte del pueblo del pacto. Como enseña el párrafo 8 de la Confesión, los ignorantes e impíos no reciben la realidad del sacramento aunque participen de sus elementos.
El ministro debe cercar la mesa con sabiduría pastoral, animando a los creyentes, pero también evitando que los incrédulos coman juicio para sí mismos. Al mismo tiempo, se ofrece un llamado misericordioso: “No estás invitado a la mesa, pero sí a Cristo.”
5. Estudia con nosotros: Curso Libre sobre los Sacramentos
En el Seminario Presbiteriano Hispano, hemos abierto un curso libre sobre los sacramentos, donde exploramos con profundidad bíblica, teológica y pastoral los capítulos 27 al 30 de la Confesión de Westminster.
Este curso te ayudará a:
Entender la doctrina reformada de la Cena del Señor.
Responder con gracia a los errores del romanismo, del memorialismo vacío y del misticismo.
Enseñar con claridad y gozo lo que significa participar del cuerpo y la sangre de Cristo por fe.
Y si al final del curso aún tienes preguntas sobre ratones, migas y teología, prometemos responderlas con paciencia… y con Westminster en mano.
¡Inscríbete y acompáñanos en este banquete doctrinal!
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