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Deuteronomio y Josué "Una síntesis con los ojos puestos en Cristo"

Foto del escritor: Andres EspinozaAndres Espinoza

Luego de que el pueblo de Israel saliera de Egipto permaneció 40 años en el desierto, leemos como toda una generación había muerto bajo el juicio de Dios a causa de su incredulidad y rebelión (Dt 9), menos Josué y Caleb, dos de los 12 espías que habían reconocido la tierra de Canaán y creyeron que Dios era poderoso para vencer a sus enemigos y dárselas en posesión (Dt 1:19-33). Moisés sabiendo que morirá ya que Dios tampoco le permitirá entrar a la tierra de la promesa a causa de un arranque de ira contra el pueblo (Dt 34:1-8), escribe este ultimo libro de la ley para la segunda generación de Judíos que estaban entrando con Josué y Caleb a la tierra prometida, de esta manera les recuerda las palabras y las obras que Dios había echo con sus padres y les instruye sobre sus obligaciones para con Dios ahora que habitarán en Canaán.


Hasta este punto Dios había sido fiel a las promesas de su pacto con Abraham, a pesar de la infidelidad de su pueblo escogido, 70 personas que entraron a Egipto se habían convertido en una nación con aproximadamente 600.000 hombres de guerra. Dios los había preservado como nación y esta nueva generación tenía que saberlo, Dios había sido fiel a su palabra, había permanecido con ellos como su Dios, les había provisto y los había protegido, como lo hace un Padre con un hijo (Dt 1:31-3), todo esto a pesar de la dureza de sus corazones. Este es un libro que exalta la fidelidad de Dios a sus promesas, esta generación entraría a poseer la tierra solo por que Dios es fiel, no porque ellos lo merecieran a causa de su justicia (Dt 6:4-5), recordar la fidelidad de Dios, recordar que a pesar de que ellos eran pecadores Jehová se había ofrecido a ellos como su Dios[1] debía llevar al pueblo a vivir en amor, servicio y reverencia a Dios obedecer a los mandamientos que Moisés les recuerda deben guardar a hora que Jehová les dará la tierra en posesión bajo el mando Josué (Dt 7.9–11).


En este libro Moisés profetiza que Israel no será fiel al pacto al entrar a la tierra, a pesar de que disfrutan de la fidelidad de Dios y a pesar que de que se les llama a no olvidar las promesas y las obras de Dios, a comprometerse con el Señor (Dt 6:1-25), a guardarse de los ídolos de las naciones extranjeras (Dt 7:1-26), a no olvidarse del Señor (Dt 8:1-20) a temerlo y a vivir en obediencia (Dt 10 – 26) y se les informa de las consecuencias de apartarse del Señor y de las bendiciones que disfrutarían (Dt 27 – 28) ellos no serán fieles, así como Adán fracaso en Edén, Israel como Nación fracasará aun cuando disfruta de una increíble gracia. A pesar de esto en (Dt 29:1 - 30:20) Dios promete hacer un cambio de corazón en ellos y cumplir las promesas echas a Abraham por medio de un nuevo pacto que tendrá su cumplimiento en Cristo, tanto los Judíos como los gentiles que ponen su confianza en su obra, heredarán un Día juntos la tierra de la promesa (Hebreos 11:39-40). Hoy podemos ver con más claridad como Dios ha permanecido fiel, como nos ha llamado en Cristo a participar de las bendiciones de su pacto solo por gracia, en Cristo somos contados por justos y fieles (1 Corintios 1:30) es por su justicia y por su obra en la cruz que estaba tipificada en la ley de Moisés, que nosotros los gentiles tenemos la esperanza de que podremos entrar un día en posesión de la tierra de la promesa junto con los Judíos, cuando el reino de Cristo se manifieste en gloria (Rom 8.19).


El libro de Josué es el inicio de los libros históricos de la biblia, en el que se nos narra como Israel luego de hacer duelo por 30 días, conquista (Jos 6-12) y divide (Jos 13 – 24) la tierra de Canaán bajo el liderazgo de Josué, quien el en Capitulo 1 es comisionado por Dios y confirmado por el pueblo. En el Capitulo 2 Josué envía espías a Jericó y en la ciudad se narra la historia de Rahab, una ramera que ayudo a los espías a escapar y que reconoce que Jehová es Dios y que le había dado a Israel la tierra en heredad, así que ruega por la vida de ella y de su familia, esta es una hermosa referencia de cómo Dios tiene misericordia de los extranjeros y nos hace ver que la razón por la que destruirá a los moradores de Canaán es además de su inmoralidad, su falta de reconocerle a él como Dios (Gen 15.16), mas adelante notamos Rahab es incluida en el linaje del Mesías (Mateo1:5; Heb 11:31) ¡Increíble gracia es dada al que reconoce a Jehová como su Dios y pone en él su confianza!.


Luego de reconocer la tierra, los espías se dan cuenta que los habitantes de Jericó le temen y entienden que Jehová los ha entregado en su mano, así que se disponen a avanzar en fe, Dios abre el Jordán de manera milagrosa en tiempo de cosecha así como abrió el mar rojo para que el pueblo pasara en seco por medio de Moisés, con este milagro Josué es afirmado en su liderazgo y pueblo sabría que Dios estará con él como estuvo con Moisés (Jos 3:7), los reyes que estaban al otro lado del Jordán escuchan del milagro y desfallecían en su corazón a causa del Dios de Israel.


Es importante notar que Josué es fiel al pacto, antes de iniciar la conquista hace circuncidar a todo hombre en Israel, así como Dios le había ordenado a Abraham. Este acto de fe es afirmado con la palabra de Dios que le recuerda a Josué como Dios avanzará hacia el cumplimiento de su pacto quitando todo el oprobio que vivió el pueblo en Egipto. Es celebrada después la pascua y el maná cesa, por primera vez Israel disfruta de un banquete delante de Dios en la tierra de la promesa, ellos ya están disfrutando de las bendiciones del pacto. Después de celebrar la circuncisión y la pascua el Ángel de Jehová aparece y se presenta a Josué como el príncipe de los ejércitos de Jehová, ellos pueden ahora estar seguros de que el Señor que les prometió, irá delante de ellos. Es inevitable ver las conexiones que este evento tiene con Cristo, como por la fe cuando participamos del bautismo y de la santa cena el Señor por su Espíritu nos recuerda su gracia y su presencia con nosotros, nos da la certeza de que Cristo no solo venció el pecado, sino que pondrá todos nuestros enemigos por debajo de nuestros pies y el último de todos será la muerte (1 Corintios 1.26), de manera que por causa de Cristo es que Israel y nosotros entraremos en posesión de las promesas que Dios hizo a Abraham. Entonces, aunque la conquista de la tierra de Canaán fue un avance en el plan de redención (Jos 21:43-45) que Jehová prometió en Génesis, este plan no será consumado sino cuando veamos la manifestación gloriosa de los hijos de Dios en la segunda venida de Cristo.


“Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.” (Hebreos 11.39–40, RVR60)

[1] La frase “El Señor tu Dios” Aparece por lo menos 255 veces en Deuteronomio

 
 

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