El libro de Jueces es un periodo de por lo menos 310 años que inicia 25 años después de que Israel había cruzado el Jordán para entrar en posesión de la tierra que Dios había prometido a Abraham, cuando Josué había muerto y la gran mayoría de las tribus estaba ocupando la porción de tierra que le correspondía.
Este libro nos narra (Jueces 2:13) que la generación que habían visto las maravillas de Dios en la conquista y escuchado el testimonio de como el Señor había sacado a Israel de Egipto fueron negligentes en enseñar a sus hijos estas cosas de la manera que Dios lo había ordenado en Deuteronomio 6:7, por lo que se levanto una generación que no conocía a Dios, ni la obra que había hecho por Israel, así el libro de Jueces nos narra el inicio del declive espiritual y político en Israel, una de las declaraciones mas notorias del libro es que “cada uno en Israel hacía lo que bien le parecía”, ellos no tenían un líder como Moisés o Josué, no tenían temor de Dios y se habían vuelto idólatras. Este nuevo escenario trajo sobre ellos la disciplina de Dios, la cual permitió que los pueblos enemigos que aun quedaban entre ellos los oprimieran (Jueces 1:1-36), el pueblo oprimido rogaba a Dios que los liberara y Dios dotaba a una persona con su Espíritu para traerles liberación, estas personas eran llamadas jueces. Este ciclo de Idolatría, opresión, clamor por liberación y restauración se repite una y otra vez en este libro (Capítulos 2, 3, 4, 6, 10, 13) y en cada ciclo la apostasía del pueblo se torna peor.
En todo el libro de Jueces podemos observar la necesidad que Israel tenía de un líder, un rey que los unificará, los guiara a volver sus ojos a Dios y les liberara de la opresión del enemigo, el autor nos permite ver esta tensión cuando afirma varias veces que no había rey en Israel (17:6; 18;1; 19:1; 21:25), cada Juez que Dios levantaba no pudo hacer del todo la obra de guiar al pueblo, ni logro traer paz duradera, esto anticipa la necesidad del Mesías, el ungido de Dios que limpiará a Israel de la idolatría y les dará un corazón para que teman al Señor y los establecerá seguros en la tierra de la promesa (Ezequiel 36:25-28), entones en este libro podemos ver la necesidad del reinado eterno que Dios prometería luego en su pacto con David (2 Samuel 7).
El libro de Rut nos narra la historia de una familia típica en el tiempo de los jueces, que, siendo presionada por el hambre, fue a rebelde a Dios (Deuteronomio 23:3) abandonando la tierra de la promesa para buscar ayuda en la tierra pagana de Moab; esta familia es disciplinada por Dios y mueren todos los hombres de la casa quedando solo la viuda Noemí y sus nueras. Noemí escucha que Dios había bendecido a su pueblo y decide regresar sola Belén, recomendando a sus nueras quedarse en Moab. Rut su nuera gentil hace el voto mas hermoso de la escritura “Tu Dios será mi Dios y tu pueblo será mi pueblo” esta mujer viene con su suegra a refugiarse bajo las alas del altísimo y al final de la historia Dios providencialmente le permite conocer al único hombre que podía redimirla, Booz un familiar de Noemí, él la toma por esposa y al final la historia anticipa que ellos serán los padres de David (Rut 4:22) y por su puesto linaje del Mesías (Mateo 1:5 – 2 Timoteo 2:8), esta historia nos revela como en medio de estos tiempos de apostasía, Dios seguía fiel a sus promesas y estaba preservando la simiente de la que vendría el Rey que necesitaba Israel.
El libro de 1 de Samuel inicia relatando la historia de uno de los últimos Jueces de Israel, Samuel, a quien Dios llamo como profeta, sacerdote y juez cuando la apostasía de Israel estaba en su momento mas critico, al punto que los hijos del Sacerdote Elí hacían cosas abominables en el tabernáculo de Dios (2:12-36); por esta razón, Eli y sus hijos son Juzgados por Dios y mueren, luego el arca de la alianza es capturada por los filisteos y sucede irónico, Dios juzga a los filisteos con mortandad y tumores y ellos devuelven el arca con ofrendas a la ciudad de Quiriat Jerim (Cap. 6-7) reconociendo con temor que Jehová es Dios y Juez aun sobre ellos, así mientras que los filisteos temen por su vida y reconocen el poder de Dios como Juez, en el Capitulo 7 el pueblo de Israel rechaza la dirección y la protección de Dios pidiendo un rey como lo tenían las demás naciones (1 Samuel 8:19-22), por esta razón termina siendo ungido Saúl un hombre que aunque fue usado por Dios para lidiar con los enemigos de su pueblo, fue un líder imprudente, impulsivo que puso muchas cargas al pueblo y que siempre estuvo inseguro de su reinado, de esta manera Dios le hace ver al pueblo la necesidad que tenían de un rey diferente, que anduviera en su temor y gobernara según su corazón. Es así como David fue escogido por Dios y así fue preservada la promesa de un Rey que gobernaría según Dios y que extendería su reino hasta los confines de la tierra. (Génesis 17:6: Números 24:17 y Deuteronomio 17:15).
En 2 Samuel se nos narra como es que David fue un hombre conforme al corazón de Dios, como peleo por su pueblo y se mostró valiente al pelear las batallas de Jehová trayendo algo de paz a Israel, estableciendo una monarquía poderosa, la escritura nos muestra también de los capítulos 11 al 20 todas sus fallas morales que trajeron consecuencias desastrosas para su casa y para sus generaciones. A pesar del pecado de David vemos la fidelidad de Dios a su pacto al preservar a Israel y la simiente de David y así traernos de su simiente un salvador, que venció por fin la obstinación de nuestro corazón por la obra de su Espíritu, nos ha dado libertad del pecado y resucito de entre los muertos y sentó en el trono de David para siempre, ahora mismo está reinando y poniendo cada enemigo por debajo de nuestros pies y el ultimo de todos será la muerte, en ese día traerá nuevos cielos y nueva tierra y habrá paz por siempre en medio de su pueblo. “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.” (1 Corintios 15.25, RVR60).
El libro de Jueces nos hace ver la necesidad de un rey justo, un pastor que guiara al pueblo en justicia, ya que cada uno hacía lo que bien le parecía, vemos aquí la necesidad del pacto Davídico; en el libro de Rut podemos anticipar que Dios proveería un rey como había dicho antes en la ley (Gen 49:8) y que vendía de la simiente de Booz y de David, en el libro de 2 de Samuel tenemos el Juramento de Dios que asegura que el Rey vendrá y que su gobierno será eterno. El pecado de los Jueces y de los Reyes Saul y David, ponen de manifiesto que ellos no son la simiente prometida a Abraham, ninguno de ellos fue Siloh, pero Dios es Fiel y la simiente de David será preservada hasta la venida de Cristo, así Dios se mantiene firme a su pacto con Abraham y con David.
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