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¿Qué es el legalismo y cómo lo evitamos en la vida cristiana?

En la historia de la iglesia, cada vez que la doctrina de la justificación por la fe sola es atacada, surgen errores en dos direcciones: unos diluyen la gracia al confundir fe y obras (como vimos en la controversia de Norman Shepherd y el Federal Vision); otros, en reacción, caen en el legalismo: la idea sutil y peligrosa de que somos aceptados por Dios sobre la base de nuestro propio cumplimiento de reglas o estándares religiosos. Ambos caminos son mortales para el gozo, la libertad y la verdadera santidad cristiana.



1. ¿Qué es el legalismo según la Escritura?


El legalismo no es simplemente amar la ley de Dios ni buscar la obediencia santa (eso es fruto del Espíritu). El legalismo es usar la ley, o cualquier estándar, como base para ganar el favor de Dios, como “moneda de cambio” espiritual, o como instrumento de orgullo y comparación. Es convertir los mandamientos en una escalera para ascender a Dios, en vez de verlos como respuesta de amor a la gracia recibida.


Jesús denunció el legalismo en los fariseos (Mateo 23:23-28), quienes cumplían rituales externos pero descuidaban la fe, la misericordia y la confianza en Dios.


“Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.” (Mateo 15:8)



2. ¿Cómo se manifiesta el legalismo hoy?


  • Confianza en las obras propias: Pensar que el avance espiritual depende más de nuestro desempeño que de la gracia.

  • Orgullo religioso: Sentirnos superiores por guardar ciertas reglas o por compararnos con otros creyentes.

  • Miedo y ansiedad espiritual: Vivir en constante inseguridad, creyendo que Dios nos acepta solo cuando cumplimos perfectamente.

  • Adición de reglas humanas: Imponer mandamientos de hombres, tradiciones o preferencias como si fueran equivalentes a la ley de Dios (Colosenses 2:20-23).





3. El antídoto: el evangelio de la justificación gratuita


La única cura real contra el legalismo es el evangelio puro: Dios justifica al pecador únicamente por la obra perfecta de Cristo, recibida solo por fe.

La obediencia cristiana es fruto, nunca fundamento de nuestra aceptación.


“¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida.” (Romanos 3:27)
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)



4. ¿Cómo cultivar una vida libre de legalismo en la iglesia y la familia?


  • Predicando y recordando el evangelio en todo: Que cada servicio, cada consejo y cada disciplina apunten primero a la obra terminada de Cristo.

  • Confesando humildemente nuestros fracasos y recibiendo el perdón con gratitud.

  • Enseñando a distinguir entre mandamientos de Dios y tradiciones humanas.

  • Animando a los hermanos a vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios: obedecer por amor, no por miedo ni orgullo.

  • Discipulando desde la gracia: La motivación para la santidad es el agradecimiento, no la presión moral.





Conclusión: Libertad y gozo en la gracia


El legalismo roba el gozo del evangelio, distorsiona el carácter de Dios y destruye la verdadera comunión. En cambio, la vida cristiana es caminar en la libertad de quien ya ha sido aceptado, justificado y amado por pura gracia.


Que en la Iglesia Raah, la confesión de fe y la vida diaria sean testimonio de este evangelio, para que el mundo vea no moralistas ansiosos, sino hijos adoptados, libres y gozosos en Cristo.



Para reflexionar:


  1. ¿Dónde ves tendencias legalistas en tu propia vida?

  2. ¿Cómo puedes predicarte a ti mismo el evangelio cuando fallas?

  3. ¿Qué prácticas pueden ayudarte a mantener la libertad de la gracia en tu hogar y ministerio?


 
 
 

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