Como miembros de la familia de Dios estamos llamados a servir, el servicio también es parte de nuestro diseño como criaturas, podemos leer en Filipenses 2.5–7 que Jesus tomo forma de siervo y explica Pablo que lo hizo, haciéndose semejante a los hombres. Pero por causa del pecado, nuestro corazón se envaneció, después de la caída el hombre quiere ocupar el lugar de Dios y aunque aun servimos, vemos el servicio como una plataforma para levantarnos sobre los demás o como una obra servil de la cual nos sentimos indignados y hacemos por obligación. De allí que hablar del servicio no es suficiente, pues podemos obedecer y servir, pero por causa de la caída lo podemos estar haciendo con las motivaciones equivocadas, dice Pablo en 1 Corintios 13.1–3: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.”. Según el Apóstol, el amor no puede definirse con meras acciones,sin duda estas acciones son buenas, pero la pregunta que tenemos que hacernos es si estas obras están motivadas por el amor. Ahora bien, debemos reconocer que esto es imposible para nuestra naturaleza caída, lo natural en nosotros es servir a nuestro ego, pero la buen noticia es que servir motivados por el amor es posible, pero solo para aquellos que han sido llamados a libertad, veamos lo que ordena Gálatas 5.13–14. “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: Amaras a tu projimo como a ti mismo.”.
Veamos algunas consideraciones para tener en cuenta en este texto si queremos agradar al Señor en nuestro servicio mutuo, motivados por el amor:
En primer lugar Pablo nos dice “a Libertad fuisteis llamados” tenemos que preguntarnos ¿que tipo de libertad es esta a la fuimos llamados?, esto nos lleva a considerar primero donde estábamos y la necesidad de que fuéramos liberados. En Adan todos estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, esto por causa de nuestra rebelión, quisimos ocupar el lugar de Dios y esto nos convirtió en sus enemigos, estábamos expuestos a su justa ira y sin esperanza en el mundo, nos dejo como reos que deben esperar sufrir eternamente en el infierno. Pero Cristo vino a librarnos de nuestra rebelión, vino a iluminar nuestra mente con su verdad, vino liberarnos de la locura de creernos dioses, vino a rescatarnos de nuestra vana manera de vivir y vino a ponernos en el lugar que nos corresponde: Bajo la autoridad y gobierno de Dios. Lo hizo sin pasar por alto su justicia, Cristo nos hizo libres de la culpa del pecado, de la sentencia que merecía nuestra rebelión y de la esclavitud del pecado. Lo hizo de una manera extraordinaria, el siendo Dios, teniendo el derecho de reclamar su lugar y condenarnos por nuestra rebelión contra él, nos considero como mas importantes que él mismo, así que envió a su hijo: “el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2.6–8).
De esta manera el Señor nos mostró un increíble amor, una ternura incomparable, y una compasión genuina y llena de amor al dar su vida para promover el bienestar de su pueblo, al tener complican y misericordia de ellos perdonando para siempre sus pecados.
Esta es la Libertad que Cristo nos dio. El Dios de toda gracia ofreció al hombre un increíble servicio lleno de amor, Jesus siendo Dios vino a servir y a dar su vida en rescate por su pueblo. Ahora bien, una persona humillada por su maldad y rebelión, que permite que Cristo le ofrezca este servicio humilde, rebosará de gratitud y amor para dar a sus hermanos. Cristo nos libertó y nos dio su espíritu para que no regresemos a la celda del egoísmo motivado por el deseo de ocupar el lugar de Dios, él entro en esa celda, la abrió y puso luz para que viéramos nuestra realidad “somos siervos, no dioses” y además por gracia nos hizo hijos de Dios. Salimos libres de la celda de nuestro egocentrismo, a la casa del padre, el mismo juez nos adopto como hijos, ahora somos miembros de la familia de Dios y su casa hay plenitud de gozo y delicias a su diestra para siempre, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo, ahora habita por la fe en nuestros corazones. Dice John Piper: “Alguien libre sirve por amor, pues el amor es el desbordamiento de nuestra plenitud, plenitud que hemos recibido por gracia… y lo mejor, así cumplimos la ley de Dios “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”.
Así que a libertad fuimos llamados y no debemos usar esta libertad como pretexto para la carne o para servir de nuevo a la carne, Pablo le recuerda esto a aquellos que han sido llamados a libertad, ya que aunque son libres, aún están luchando con el viejo hombres que reclama que se le sirva. Este viejo hombre creyó un día a las mentiras de satanás, “seréis como Dios” y esto es lo que procura, todos tenemos por naturaleza este afán desmedido de querer ocupar el lugar de Dios, somos egocéntricos, queremos llamar la atención sobre nosotros, andamos en busca de aquello que nos produzca placer aunque esto signifique quebrantar los mandamientos de Dios entregándonos a la inmoralidad sexual o a la idolatría, al usar nuestra libertad para servir a este deseo, es obvio que terminemos en enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismo, envidias Etc. Previendo este peligro Pablo mas adelante en esta carta exhorta: “No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.” (Gálatas 5.26), vivir para satisfacer nuestros deseos, nos hace de nuevo esclavos, la vanagloria nos convierte en personas provocadoras que que ven a los demás como débiles, no sirven a los demás, sino que siempre están buscando oportunidad de acusar y señalar a otros para sentirse mejor consigo mismo y decir “Cuan bueno me veo, comparado con este”, o nos convierte en envidiosos que quieren perder la aprobación de los hombres y no se arriesgan a servir por temor a perder y envidian la vida que llevan otros, sin importar o no si es pecaminosa, busca relaciones por conveniencia. Tanto el provocador como el orgullosos están detrás de la vana gloria, ambos están absortos en ellos mismos, ambos se están enfocando en como otras personas lo hacen sentir y los hacen ver, no en como ellos pueden hacer ver o sentir al otros; ambos se creen dioses, no fuimos creados para buscar nuestra gratificación, nuca lo conseguiremos y nos volveremos amargados al ver que otros no son como pienso que deben ser. Lo opuesto a la vana gloria es buscar glorificar a Dios, siendo un instrumento para reflejar su imagen sirviendo en amor a otros.
Usar la libertad como pretexto para la carne, es caer presa de la esclavitud nuevamente, Pablo nos recuerda: Hermanos, A libertad fuimos llamados, no usen esta libertad para servir de nuevo a la carne, mas bien úsenla para servir a otros en amor, esto da flor a Dios. Ahora bien entendiendo de que se trata nuestra libertad y como es el evangelio la fuente de nuestra motivación para servir consideremos de que manera podemos hacerlo: Pablo dice “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”, así cumplimos con esta encomienda, debemos pues usar toda nuestra creatividad, energía y tiempo, para hacer cosas buenas por los demás como nos gustaría que lo hicieran con nosotros.
Pablo nos da algunos ejemplos prácticos aquí mismo en Gálatas 6.1–6: “Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo… 6. Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña.” Si queremos servir en amor otros, motivados por el evangelio debemos:
Buscar intencionalmente edificar a otros o restaurar a otros. No debemos callar cuando vemos que un hermano esta lidiando con un pecado particular que sin la ayuda tuya, no podrá sobrellevar. Pero debemos ser humildes cuando lo hagamos, considerándonos a nosotros mismos, como personas débiles que necesitan la gracia de Dios para todo lo que hacemos.
Llevar la carga de los demás. Recodemos que Dios llevo nuestra carga soportando su peso hasta la cruz y aún hasta hoy cuanto nos sigue soportando en su cuerpo, así que ¿porque no soportar las cargas de nuestros hermanos?. Dice la escritura en otros lugares: «Soportándoos los unos a los otros» (Col 3, 13). «Con toda humildad, mansedumbre y longanimidad, soportándoos los unos a los otros en caridad» (Ef4,2). Si hemos de llevar la carga de nuestros hermanos, debemos acercarnos a ellos y conocerles, escucharles. Una carga puede ser alguna carencia, necesidad de alimento o vestido, una lucha particular con el pecado, una dificultad que necesite consuelo etc.
Compartir con aquellos que nos instruyen toda cosa buena, esto es aplicar el principio de reciprocidad.
Aquí no se agota las maneras en que podemos servir a otros en amor, según tengamos la oportunidad debemos hacer uso de nuestro llamado y dones particulares en beneficio de otros, un ejemplo de esto es que:
Si eres hombre cumple tu responsabilidad de ser un líder afectuoso, un maestros eficaz y un ejemplo piadoso. El Señor diseñó a los hombres para liderar, proteger y soportar y es una lastima la ausencia del liderazgo masculino en la iglesia y en el hogar, los hombres después de la caída siempre están evadiendo su responsabilidad de liderar, des-protegen a su familia, se sienten víctimas y cobardemente se quejan de la situación de caos causada por ellos mismos; en la escritura encontramos que Dios hace a los hombres responsables del caos dentro de su pueblo: “El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.” (Ezequiel 22.29–31) y Dios espera que se levanten hombres conforme a su corazón que cumplan con su diseño: “Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré. Aunque digan: Vive Jehová, juran falsamente.” (Jeremías 5.1–2). Desear ser un líder no es algo ambicioso y menos en la iglesia, Pablo dice es buena cosa desearlo en 1 Timoteo 3.1. El liderazgo al que fuimos llamados no puede alimentar el orgullo o la codicia, pues ser líder implica problemas, implica llevar una la gran carga de servir abnegada y desinteresadamente a otros, la escritura prohibe que el líder sea un tirano o busque su propio beneficio, el líder es quien se esfuerza por conocer mas al Señor para modelar y enseñar a otros el camino del Señor, especialmente a sus hijos, luego a sus hermanos, Los hombres están llamados a depender de Dios en oración levantando manos santas. Si eres hombres ¿haz orado de todo corazón por la posibilidad de servir al Señor y a su iglesia de esta manera? ¿estas desarrollando estas capacidades de liderazgo tu vida personal, en tu hogar con la esperanza de que Dios pueda usarlas para su gloria en la iglesia? Deberías estar preparado para ser este hombre que Dios esta buscando (1 Samuel 13.14).
Si eres una mujer sirve según tu diseño. Siendo Alumnas sumisas, instructoras dotadas, anfitrionas cualificadas y siervas humildes. Dice la escritura: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.” (1 Timoteo 2.11, RVR60), esto quieres decir que la mujer no debe entrar en la esfera del liderazgo, ya que no fue diseñada para soportar esta carga y es además incompatible con su rol de sumisión. Dios hizo a la mujer seguidora, para que sean protegidas, cuidadas y lideradas, de manera que sean un reflejo de Cristo (quien se sujetó al Padre) y un modelo para la iglesia quien debe imitarla. En cuanto a su servicio dice 1 de Timoteo 5.9–10: “Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”. La mujer Debe criar hijos en el Señor para que ellos puedan producir un gran impacto para Cristo en la iglesia y en el mundo, esta es una increíble contribución para el reino “procurar criar hijos piadosos”. Si no tienen hijos propios, pueden buscara ayudar con la crianza de de otros, invitando hijos a sus hogares y hablarles de Cristo, pueden trabajar con niños para guiarlos a Jesus, su influencia será grande. Deben además Lavar los pies de los santos, esto era importante a la hora de reunirse en la iglesia del tiempo de apostólico, en nuestro tiempo, lavar los pies implicara que las mujeres cumplan la función de siervas al ministrar para las necesidades físicas de los miembros de la iglesia, puede ser: asistiendo a aquellos que están en aflicción, a madres solteras, enfermos, discapacitados o a los que tienen necesidades económicas. Editan llamadas también a instruir mujeres mas jóvenes Tito 2.3-5, Dios les ha dado una sabiduría para criar a sus hijos, pero no estarán desocupadas cuando terminan esta tarea, deben ejercer su ministerio de enseñanza con las mujeres mas jóvenes. En nuestra época abundan las mujeres y los niños, así que el ministerio de la mujer es amplio, eres mujer no puedes decir: “no tengo nada que hacer para Cristo”, es una excusa para no servirlo sacrificialmente, ustedes hermanas, tendrán mucho que hacer hasta que hallan ayudado a cada niño y mujer de su comunidad, enseñándoles todo lo que saben sobre la palabra de Dios.
Ahora quisiera que consideres algunas actitudes que debemos evitar aquellos que fuimos llamados a libertad para servir en amor a nuestros hermanos. Si no evitamos estas actitudes nuestro servicio en amor será estorbado y no será edificante, veamos lo que nos sigue diciendo Pablo en su carta: “Porque si alguno se cree que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Pero que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no con respecto a otro” (Gálatas 6.3–6), Según nuestro sexto evitemos:
Creernos algo cuando no somos nada: Podemos pensar que somos muy importantes como para ocuparnos de otros miembros de la iglesia que no tienen tanta importancia, esto es un engaño; o podemos pensar que hemos perdido la carrera y vernos como poca cosa por que no tenemos los increíbles dones de otro hermano tiene. Debemos aprender a vernos a la luz del evangelio: “Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4.7, LBLA). El evangelio me humilla ante cualquier persona, recordándome que soy un pecador salvado solo por gracia y que todo lo he recibido por gracia; pero me hace valiente delante de cualquier persona pues me recuerda que soy amado y honrado por Cristo, entonces puedo amar y ayudar a otros a buscar la santidad a la que fuimos llamados. Debemos aprender a ser humildes, dijo CS Lewis: “La humildad no es pensar menos de ti mismo, sino pensar menos en ti mismo”. Así que si estas a la defensiva debes pensar lo correcto, la aprobación de la gente nunca será lo que importa, en Cristo soy aprobado por Dios. Si estas menospreciando a alguien, recuerda que eres tan pecador y tan indigno como cualquier persona. Dijo Tim Keller: “El evangelio hace que ni estemos seguros de nosotros mismos, ni seamos menospreciadores de nosotros mismos, nos hace audaces y humildes al mismo tiempo. En lugar de compararnos con los de arriba o con los de abajo, en el evangelio vemos solo nuestra propia responsabilidad tomar lo que tenemos y lo que somos y ofrecerlo a Dios como un sacrificio de gratitud por lo que Cristo ha hecho.”. Somos una comunidad de gracia donde hay fuertes y a débiles en la fe. Por tanto que el débil no juzgue al fuerte; que el fuerte no desprecie al débil. Que el débil se cuide del orgullo, y el fuerte, de la indiferencia. Que nadie busque su propio derecho. Si cae el fuerte, que el débil se guarde de aplaudir en su corazón; si cae el débil, que el fuerte lo ayude amistosamente a levantarse. El uno necesita de tanta paciencia como el otro. «[Ay del solo, que si cae, no tiene quien lo levante!» (Ecl 4, 10)..
Confundir llevar la carga de otros con ser entrometido y ocuparse en los asuntos de otro. Debemos trabajar entendiendo que cada cual en la iglesia tiene sus propios dones y ha recibido sus propias oportunidades para servir, cada cual debe asumir su propia responsabilizad, sin mirar que están haciendo los demás: “Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.” (Juan 21.21–23, RVR60) Ocupémonos de nuestra tarea. Examinemos cuales son nuestros deberes particulares sin compararnos con los demás, respondiendo a Dios en obediencia a Dios. Si cumpliendo su responsabilidad progresas, puedes estar orgulloso legítimamente, no porque otro no esta haciendo su deber y tu si, sino porque haz hecho lo que te corresponde. En la familia de Dios no estamos compitiendo, en la iglesia cada uno es un siervo y cada uno tiene que llevar su propia maleta. Si somos responsables con aquello que Dios demanda de nosotros, vamos a ser lentos para juzgar a nuestro hermano, seremos generosos y no prejuicios. Si vez que alguien se irrito mucho por alguna cosa insignificante y tu estas ocupando de tus cargas, vas a pensar “Quien sabe que presiones esta enfrentando este hermano, quien sabe con que nivel de autocontrol comenzó su vida cristiana, quizá este obedeciendo a Dios mejor que yo en este momento”. Llevar nuestra propia maleta, asumiendo nuestras propias responsabilidades, nos hace pacientes y comprensivos con los demás. Lo contrario también es cierto, cuando no estas sirviendo a tus hermanos, te va volver entrometido, prejuicioso, chismoso y criticón. Dice Sttot: “Con humildad y mansedumbre ayudamos a los demás con sus cargas, problemas y tareas, Pero: Hay una carga que no podemos compartir… y es nuestra responsabilidad ante Dios en el día del juicio, en este día no puedes llevar mi morral y no puedo llevar el tuyo.”
Quiero terminar con una invitación para los Amigos: Recuerda que tu solo puedes servir a otros en amor, si aceptas el Servicio amoroso de Cristo, mi pregunta para ti es: ¿te has dado cuenta cuando haz ofendido al amoroso, bueno y santo Dios al querer usurpar su trono? recuerda que Cristo a dado su vida para que todo aquel que el crea no se pierda bajo la ira justa de Dios, sino que tenga vida eterna, este es el increíble amor de Dios, ¿lo quieres? entonces la imitación del Señor es: arrepiéntete de esta tu maldad y padece a Él que derrame su amor en tu corazón. para que entonces en libertad y gozando de la plenitud de Cristo, puedas rebozar de gozo, amor y gratitud para glorificar a Dios sirviendo a otros en amor.
“… que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros; a fin de que El afirme vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.” (1 Tesalonicenses 3.12–13, LBLA)